Concurso de Relatos


Concurso de Relatos

Relato 1

“AMOR SECRETO EN OLMEDO”

Olvido se acercó por detrás disimuladamente a Amador intentando pasar desapercibida entre las personas que allí se encontraban y al pasar a su lado le susurró al oído.

-A las doce menos cuarto en el árbol del ayuntamiento, no lo olvides corazón.

– Y su mano derecha acaricio con suavidad el antebrazo de Amador, mientras una mueca de sonrisa dibujaba sus labios. Amador un tanto incomodo y ruborizado giro la cabeza al lado contrario mirando por la ventana, mientras su cabeza comienzo a pensar con que sorpresa podía sorprender ese día a Olvido. A las doce menos cuarto, llegan al punto de encuentro, cada uno por un lado del ayuntamiento para no crear sospechas y se sientan los dos en el banco del viejo álamo, juntan sus mejillas y se dan un pequeño pico en los labios, no sin revisar antes a ambos lados si alguien puede verlos y destapar su secreto. Se cogen de la mano y nerviosos con el corazón al máximo de pulsaciones emprenden su paseo de enamorados, resguardados y un poco ocultos por el atrio de la iglesia.

-¿Olvido sabes cómo se llama esta calle por la que caminamos?

-Ni idea, no recuerdo, ya sabes que es mi primer verano en Olmedo.

-Te voy a dar una pista.

-Amador aprieta fuerte su mano y le recita:

Sentí tu mano en la mía,

tu mano de compañera,

tu voz de niña en mi oído

como una campana nueva,

como una campana virgen

de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,

en sueños, tan verdaderas!

Vive, esperanza, ¡quién sabe

lo que se traga la tierra!

-Ainsss, que bonitoooo. ¿Cómo se te ocurren esas cosas tan……ayy como era la palabra, no me sale ahora….flipantes, ji,ji,ji flipantes, eso quería decir?

-No es mío por favor, ya quisiera yo, es del gran poeta cuyo nombre lleva esta calle por la que caminamos, Antonio Machado, ¿no has oído hablar nunca de él? -Ni idea, pero me gusta sentir tu mano en la mía.

Juntos sin soltarse la mano continúan calle abajo y al llegar a la casa de la señora Santiaga que a tantos niños de Olmedo y de los alrededores ayudó a venir a este mundo, giran a la izquierda, cruzan la calle El Toral y al encontrarse con la del Pozo Nuevo giran a la derecha al encuentro de sus dos tronos de granito a la puerta de la casa donde vivió Cristino. Allí juntos mirando hacia el Pozo Nuevo el tiempo se detiene, se miran, hablan, cantan sus canciones, se dicen piropos, se sonríen, se acarician, a veces se besan, y Amador se atreve a deslizar su mano desde su pelo, pasando por su delgado y blanco cuello, hasta llegar a tocar por encima de la blusa sus pechos.

-Pero que hacessssss- eleva el tono Olvido un tanto enfadada y nerviosa- pero como te atrevessss.

-Anda no te enfades, mira voy a tirar esta moneda de un euro que tengo al pozo, voy a pensar y pedir un deseo, si mañana se cumple te digo cual era.

Olvido con la mirada vaga, sonríe con una mueca mientras observa como Amador se acerca al pozo. Este al volver a su lado, le agarra la cara con ambas manos y le da un beso en la frente, le toma con suavidad de las manos y la levanta con impulso, dándole un pícaro y ligero azote en su trasero.

-Anda Olvido volvamos que nos van a echar de menos y van a sospechar.

-Volvamos si, que no nos descubran, mis padres no verían bien esta relación ji, ji, ji. Suben la calle del Pozo Nuevo agarrados de la mano y cuando esta se une a la calle El Toral como si de una desconexión eléctrica se tratara se sueltan y se distancian unos centímetros que sienten por dentro como la gran distancia que en realidad les separa, quitando esas pequeñas pero saboreadas escapadas juntos al Pozo Nuevo. Al llegar a la esquina del ayuntamiento escuchan una voz más y menos familiar.

-¿Pero… dónde andáis? Siempre igual, es la una y media pasadas y la mesa esta puesta ya. Amador vamos a tener que hablar seriamente contigo, estas escapadas que hacéis, sabes de sobra que no están bien, cualquier día nos dais un disgusto a nosotras y a vuestros hijos, es que no te das cuenta. Anda pasar, daros prisa que no sé que vamos a hacer con vosotros. Olvido la mira ahora con una mirada completamente perdida, sube con dificultad los escalones de entrada a la residencia “Abadengo” , siente detrás la presencia de Amador, se gira hacia él y pregunta desconcertada.

-Pero y este señor, ¿quién es?, que pesado es madre mía.

-Soy tu Amador mi amor, tu Amador desde hace 55 años.

-Entrando en el comedor cogidos de la mano más fuerte que nunca.

“A todos esos amores puros surgidos en Olmedo, tan puros que nunca se rompieron porque nunca se dieron a conocer, permaneciendo en lo más íntimo y oculto del corazón. Quizás algún día, cuando la memoria y la mente enfermen, florezcan con la misma intensidad con que se vivieron. Seguirán siendo puros, forjados en lo secreto del corazón.”


Relato 2

Olmedo, el fantasma en ti

Algunos meses antes del adiós. Lou Reed construía una coraza que me permitió dar el salto cósmico.

Nota al margen:

(Hay situaciones en las que te ves inmerso y no sales de ellas por mucho que lo intentes. Hay una cierta comodidad en no hacer nada. Es una sensación que yo comparaba con alguna canción que te gusta tanto y es tan hipnótica que se pasa una buena parte de tu vida y no te das ni cuenta sólo deseas que vuelva a sonar, es la costumbre, es la adoración de lo próximo. Es lo confortable de lo conocido.)

A veces me quedo tan inmóvil, que soy capaz de bailar contigo durante años “el fantasma de Siouxsie”.

Soy capaz, de verte caminar descalza por lo más espiritual de mi vida, entre las paredes de figuras abstractas y las tumbas de lápidas abiertas.

…Dos cuerpos desnudos

en esta habitación, -apunto en mi cuaderno-

dos cuerpos sobre las llamas.

Nos decimos cosas bonitas, cada vez que completamos una vuelta del baile, como que nos damos besos con bufandas y nariz de zanahoria, o ven que quiero abrazarte  con  palabras.

“El fantasma” vuelve a empezar al colocar la aguja sobre el surco grande de comienzo, puedo oler en tu cuello la hierbabuena del té humeante.

Más arriba de la música, cerca ya de los sueños donde se entrelazan nuestros pensamientos, un arpa caprichosa jugaba con un hada.

Sabíamos de sobra que: Marte, moriría todos los días, entre los complejos y las lluvias que no llegaban  a caer, y que Venus mucho más cerca del sol pondría mi boca entre sus muslos, también, que el día quería ser noche siempre y tener una luna

que no fuera ni fea ni guapa y que, aunque fuese mala

quería dormir con ella, dormir muy juntos bajo las estrellas, sobre nuestra cama que mecía los  sueños de ella y donde “el fantasma de siouxsie” siempre sonaba.

– ¿Qué estás escribiendo?

me pregunta ella sentada a mi lado entre las sábanas,

y recoge sus piernas con los brazos que a veces a mi también me abrazan.

Escribo sobre labios y besos, mi amor, o de mi vida contigo y el calor que desprenden los surcos de la canción “del disco de siouxsie”.

…Dos cuerpos desnudos

en esa habitación,

dos cuerpos sobre las ascuas.

No, no se aman, ni se desean, se han desnudado por sí encontraran las ganas, junto a los muros, sobre las baldosas hexagonales.

Se miran sin verse, desgastados de encuentros,

cansados de sentir nostalgia.

Se tocan.

Se, casi besan.

La desidia se coloca la sombra de un violín

entre la mejilla y el hombro.

– ¿Qué estás escribiendo? – me pregunta ella sentada a mi lado en el otro extremo de la cama y se pinta las uñas, de las mismas manos con las que a veces me araña.

 – Escribo sobre sexo, mi amor, o una imagen que se repite, ahora es lo que ves, unos ojos cerrados y un ejército de versos con espadas.

…Dos desnudas almas que se desplazan,

de un tiempo a otro tiempo y de una sala a otra sala.

Una mirada y una palabra iban de la mano y ya casi nunca se encontraban.